La participación de docentes del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio en la investigación y divulgación de la memoria sobre el pasado reciente
La docente Carmen Aroztegui Massera contó en entrevista sobre su trabajo en el proyecto “Constelaciones de la memoria” , que consiste en un mapeo de vínculos familiares entre personas afectadas por el terrorismo de Estado. En el marco de “Mayo, mes de la memoria”, el Campus Luisi Janicki difundirá una serie de notas sobre iniciativas de la Universidad de la República (Udelar) que se impulsan desde los espacios del Campus, relacionadas con el estudio sobre la última dictadura uruguaya.
Aroztegui es arquitecta e investigadora del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio quien, junto a Flor de María Meza Tananta, realiza trabajos en proyectos relacionados a mujeres, memoria y pasado reciente.
La docente realizó su tesis de doctorado en la Universidad de Texas A&M a partir de testimonios de expresas políticas. “Como soy arquitecta, trabajé en el espacio de la cárcel de Punta de Rieles y me concentré en el calabozo y las experiencias de allí. Entonces, a partir de ahí, es que me especializo en esta área, con la memoria del espacio”, comentó sobre sus inicios en el estudio de estas temáticas.
Es por este bagaje que Carmen se sumó al trabajo realizado por Flor Meza con el Colectivo de Mujeres Expresas Políticas (CRYSOL) para avanzar en la realización de un memorial que recuerda y homenajea a las expresas políticas del período 1968-1985. “Flor empezó antes, en el 2019, previo a la pandemia, yo me integré después”, señaló.
El proceso para la concreción del memorial fue largo. Durante el primer año se concretaron varios apoyos gubernamentales, pero luego del cambio de administración el proyecto continuó únicamente con el aporte financiero de la Intendencia de Montevideo.
“Una de las reivindicaciones del colectivo era que ese memorial tuviera inscriptos los nombres de las mujeres”, afirmó. “Es más, que estuvieran los apellidos de sus madres. Que reivindiquen la importancia de las madres en los cuidados familiares como soporte y contención”, mencionó en relación con la dificultad que presentó elaborar una lista en que figuren los dos apellidos de las mujeres. Los represores muchas veces solían registrarlas con el apellido de sus cónyuges o solamente con su primer apellido.
A partir de allí comenzó un trabajo de verificación de los nombres de las mujeres. Para eso se utilizó como base a los documentos del “Archivo Berrutti”, los documentos militares de la dictadura desclasificados en 2006 y que se encuentran en el repositorio Luisa Cuesta. Fue entonces que Carmen encontró conexiones entre las mujeres, muchas con vínculos familiares entre sí, y que pasaron por la prisión juntas o en diferentes momentos.
“En esa lista de mujeres del memorial están las asesinadas y también las desaparecidas, no solamente las que estuvieron detenidas. Y comencé a ver que hay familias enteras: la madre, un esposo, un hijo, el primo”.
A partir de allí empezó a tomar forma el proyecto “Constelaciones de la memoria”, una iniciativa de visualización de los vínculos familiares a partir de los nombres de las detenidas. A través de un esquema de grafos, donde un nombre es un nodo y una arista expresa un vínculo familiar entre los nodos, se empieza a visualizar la red de afectaciones familiares.
En principio, Aroztegui se preguntó cómo desplegar información que está “individualizada por los nombres, conectándolas en las familias”, y con el cuidado de no exponerlas. A partir de la creación de una planilla, base de datos cuantitativa, se generaron los grafos, que consiste en un mapeo de vínculos familiares entre personas afectadas por el terrorismo de Estado. Estos grafos fueron presentados en una serie de piezas audiovisuales.
“A través de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos, que coordina Mariana Achugar, trabajamos con Flor y con las organizaciones de diferentes localidades del interior”, comentó. Gracias a los números de credencial que figuraban en los listados de detenciones, destituciones o proscripciones, se pudieron reconstruir las afectaciones familiares de las personas. Se trabajó con colectivos de los departamentos de Tacuarembó, Treinta y Tres y Soriano en la producción de constelaciones relevantes al sitio. “Generamos la posibilidad de que a partir del intercambio en cada lugar se pudiera contribuir a la memoria local”, añadió.
Por ejemplo, en Treinta y Tres a mediados de abril de 1975 la represión detuvo a más de 50 personas, en su gran mayoría adolescentes e integrantes de la juventud comunista. “Entonces en el grafo se colorean estos nodos que indicaban un evento significativo en la memoria del lugar”, comentó.
En su proceso, Aroztegui fue encontrando relatos de prisiones y posteriores “insilios” -exilio impuesto dentro de un mismo país- que obligaron a que personas no pudieran regresar a su ciudad después de liberadas. “En Treinta y Tres hay un cura que marchó preso y cuando lo liberaron quiso volver pero le prohibieron la entrada al departamento, entonces se tuvo que ir al Chuy. Lo mismo pasó en otros departamentos, personas que quieren volver a su ciudad y se lo prohíben. Qué sufrimiento, ¿no?”
En la búsqueda y análisis de la documentación comenzaron a aparecer situaciones de suicidios o de racismo a personas afrodescendientes. Durante el transcurso del análisis de las fichas se comenzaron a enhebrar otras opresiones que ya estaban instaladas antes del terrorismo de Estado y que se agudizaron durante la represión.
“El memorial [es] un lugar donde reposa [la memoria], como una piedra imborrable. Permite a las compañeras saber que dentro de 50 años van a estar ahí. El memorial tiene eso, permite la materialización, un lugar donde anclar la memoria”, reflexionó Aroztegui.
Finalmente, Carmen señaló que las constelaciones “tratan de generar espacios que a nivel no matérico pueden significar otras formas de celebrar” y memorializar más allá de “la marca física en un territorio”.
El memorial fue inaugurado el 27 de junio de 2023, coincidiendo con el 50° aniversario del último golpe de Estado en nuestro país y lleva el nombre de 1750 mujeres presas, asesinadas o desaparecidas por la acción del terrorismo de Estado durante el periodo entre 1968 y 1985.