El prorrector Rafael Paternain, que formó parte de las actividades, afirmó que la extensión es una función “crucial” para legitimar las universidades públicas.
El 13, 14 y 15 de noviembre se llevó a cabo el VII Congreso de Extensión de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo. El evento, que fue organizado por la Universidad Nacional de Mar del Plata, de Argentina, convocó a referentes universitarios de la región en materia de extensión. Entre los participantes estuvo el prorrector de Extensión y Relaciones con el Medio, Rafael Paternain.
Durante las actividades del Congreso, Paternain expuso en el panel “Desafíos hacia la integralidad necesaria”, con el objetivo de reflexionar sobre los desafíos de la integralidad y el trabajo universitario en materia de extensión. Durante su oratoria, el prorrector señaló que los congresos de extensión tienen que estar marcados por las coyunturas políticas y sociales; “nunca vamos a estar de espaldas a los contextos de nuestras dinámicas contemporáneas”, expresó.
“Hay algo de contextos de más larga duración que son muy condicionantes, de cambios sociales estructurales que se vienen manifestando en términos de las vicisitudes en materia de los modelos de desarrollo, las nuevas desigualdades, las desigualdades estructurales, la complejización de la vida social, los procesos de individuación”, añadió.
A partir de esta perspectiva, indicó que es ineludible que haya un vínculo con “los desafíos de las universidades públicas en términos de masificación, de multiplicación de demandas, de restricciones presupuestales”. Agregó que a este contexto se suman “las coyunturas hostiles” y “ataques” a las instituciones de educación superior.
“Los contextos más generales nos obligan a repensar los desafíos” y reflexionar sobre cómo deben posicionarse las universidades públicas ante ellos, planteó. “Seguramente para la tarea extensionista esto es mucho más desafiante, mucho más impactante en términos de qué hacer y cómo estar a la altura de los tiempos y las circunstancias”, dijo.
“Seguramente ni las sociedades ni las instituciones universitarias hoy son las mismas que cuando surgieron todas estas narrativas en torno a los discursos extensionistas” argumentó y afirmó que el discurso de extensión de las universidades “no pueden ser los mismos que los que teníamos incluso hace 15 o 20 años atrás”.
Los contextos cambian y nuestras universidades públicas necesitan replantearse cómo actuar para incidir y estar a la altura de las circunstancias, siendo necesario actualizar los desafíos de la función sustantiva. “En algún punto una extensión crítica tiene que poder también revisar sus propias referencias discursivas, y sus propias prácticas discursivas; ese es el inicio de todo”, señaló.
En términos de revisión crítica y autocrítica, aseguró que la extensión universitaria “no solo es una función sustancial, sino que es posiblemente una función crucial para la supervivencia y la legitimación de nuestra sociedad, de nuestras universidades públicas en nuestro contexto”. No nos podemos permitir auto-referencias y auto-indulgencias; “la extensión tiene que ser una polea de transmisión”, explicó.
“Hay un desafío de construcción de un sujeto universitario nuevo”, subrayó. Esos cambios no implican “simplemente” combinar cosas que ya existen, sino que requieren pensar en un “habitus universitario distinto” que “rompa con ciertas restricciones burocráticas que se nos plantean en el trabajo, en la vida universitaria y en las trayectorias estudiantiles”. En ese marco, destacó que la integralidad contribuye a “desarrollar capacidades de acción universitaria”.
Los desafíos en materia de integralidad
Paternain también habló sobre el lugar que ocupa la integralidad y explicó que el concepto tiene una “doble acepción”. “Por una parte, es la integración de las funciones, romper esa compartimentación tan sagrada y tan rígida en torno a la enseñanza, la investigación y la extensión”, sostuvo. Por otra parte, comentó que la integralidad “tiene un desafío todavía mayor en torno a la posibilidad de trabajos de corte interdisciplinario”. Con base en esta doble acepción, planteó que la integralidad tiene tres desafíos.
En primer lugar, se refirió al papel de las universidades públicas como actores fundamentales de la construcción del espacio público. “Esto no es simplemente un posicionamiento hacia afuera, sino que desafía la construcción de un espacio público dentro de los espacios universitarios, porque las desigualdades también atraviesan a nuestras universidades”.
El esfuerzo de integralidad se vincula en un contexto de un estudiantado de enorme heterogeneidad: “¿Hasta qué punto conocemos a nuestros estudiantes?”, se preguntó, y señaló que “a veces” los discursos de las universidades sobre integralidad y extensión no sintonizan con las necesidades estudiantiles. En ese marco, indicó que la integralidad se “juega” en la necesidad de que los proyectos de extensión sean un canal de acompañamiento de toda la trayectoria estudiantil, “más allá de la curricularización”.
En segundo lugar, mencionó que “algo que nos obsesiona” tiene que ver con la “construcción de agendas” de las sociedades y cómo dialogan con las agendas universitarias. En ese sentido, subrayó que hay que hacer énfasis en las agendas basadas en las demandas globales, pero también hay que atender la demandas que no tienen agenda o interlocutores claros con los que pueda trabajar la Universidad.
“¿Cómo construimos ese diálogo y respuesta organizativa en término de ubicar la vinculación de nuestras universidades con el medio a partir de las demandas?, ¿Qué pasa cuando las demandas sociales enormemente significativas no tienen agenda?, ¿Qué pasa cuando las demandas sociales importantes donde la Universidad puede tener un valor relevante y un rol sustantivo no tienen actores de mediación? Más aún, ni siquiera tienen voz, ni siquiera son visitas, ni siquiera son reconocidas”, planteó.
En ese sentido, señaló que “en algún punto, la extensión y nuestra integralidad deben meterse en espacios que no nos gustan, en espacios que no queremos y a veces en espacios con los que tenemos discrepancias. Eso no nos hace ni peores ni mejores, pero hay un rol también de jugar allí en los debates fundamentales de nuestra contemporaneidad”.
Sobre el final de su presentación, el prorrector destacó la importancia de la integralidad, “que es un concepto fuerte, pero vacío”. Asimismo, apuntó que “hay que jugar con el concepto por su potencia, pero, al mismo tiempo, hay que manejarlo también con cierta capacidad estratégica en torno a los a los despliegues universitarios, para no quedar arrinconados en perspectivas demasiado cerradas o autosuficientes”.
Por la misma línea, señaló que cuando se llena a la integralidad de “contenido conceptual”, se empieza a tener “desafíos organizativos” que “constituyen nuestra tarea fundamental en términos de las políticas de extensión y de las políticas de de integralidad”.
Material audiovisual extraído del canal de la Universidad Nacional de Mar del Plata disponible en https://www.youtube.com/watch?v=lxOHxukhHCk
“La Universidad está muy arraigada en la conciencia colectiva como un espacio público legítimo en el Uruguay”
Además de la oratoria durante la mesa de exposiciones, el prorrector fue entrevistado por el programa Bloc de Notas, de la UNMDP. En esta instancia, Paternain afirmó que este tipo de congresos tienen dos objetivos fundamentales. En primer lugar, reivindicar la función extensionista: “todo lo que nuestras universidades hacen hacia afuera, por llamarlo de algún modo, en el relacionamiento con el medio, con las políticas públicas, con las necesidades territoriales, con organizaciones sociales”, indicó. En segunda instancia, destacó el intercambio académico que se genera con universidades de la región.
“Hay una idea inicial de poner en vínculo a Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Aunque parezca increíble, tenemos matrices muy diferentes. Tal vez Uruguay sea un poco más parecido a algunos modelos de organización universitaria argentina, pero tenemos experiencias muy distintas y eso para nosotros es sumamente importante”, argumentó.
El prorrector también fue consultado sobre su opinión con respecto a quienes piensan que las universidades solo deben brindar conocimiento sin salir del aula. En respuesta, indicó que ese modelo ya no es aceptado “en ninguna parte del mundo” porque “el conocimiento también se produce en espacios sociales abiertos, colaborativos y de innovación”.
Por esa misma línea, Paternain se refirió a la situación de la Udelar en comparación con las universidades públicas de los países vecinos, que sufrieron ataques directos durante el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil y la actual presidencia de Javier Milei en Argentina. En ese sentido, planteó que “no hay punto de comparación”, ya que, aunque “corre sus riesgos”, la Udelar “no es tan atacada”.
“La Universidad está muy arraigada en la conciencia colectiva como un espacio público legítimo en el Uruguay”, argumentó. Como explicación, indicó que durante la pandemia la institución “jugó un rol fundamental en los dispositivos tecnológicos para el rastreo de casos, el testeo, conformó equipos académicos para los grupos de asistencia y de asesoramiento a la emergencia sanitaria. Jugó un rol muy protagónico y relegitimó las capacidades institucionales en términos de contribución”, sostuvo.
Por esa misma línea planteó que, en paralelo a la pandemia, la Universidad se expandió territorialmente en el país, con el objetivo de mejorar en materia de descentralización. Los avances se dieron en un contexto de “restricciones presupuestales”, ya que actualmente está “muy por debajo de los que es admisible para los proyectos de desarrollo universitario”.
Material audiovisual extraído del canal de la Universidad Nacional de Mar del Plata disponible en https://www.youtube.com/watch?v=WS8RmijAmxU