El martes 26 de noviembre se llevó a cabo una actividad formativa denominada «Cooperación social como herramienta para el derecho al trabajo». Esta instancia, que se realizó en el edificio Paulina del Campus Luisi Janicki: pioneras universitarias, forma parte de un proyecto de cooperación internacional entre la Universidad de la República (Udelar), el Ministerio de Desarrollo Social, el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Uruguay y el Consorcio Operativo de cooperativas de salud mental de la región italiana Friuli-Venezia Giulia y la Conferencia Permanente por Salud Mental en el Mundo Franco Basaglia, de Italia.
A su vez, se enmarca en una línea de trabajo que viene desarrollando la Unidad Académica del SCEAM para aportar en la construcción de estrategias para la integración sociolaboral de personas usuarias de los servicios de salud mental, situación de calle y egresos del sistema penitenciario.
El evento se enfocó en el modelo italiano de cooperativas sociales, una experiencia nacida en el marco de la reforma en salud mental liderada por el psiquiatra italiano Franco Basaglia. Este enfoque busca integrar laboralmente a personas en situación de desventaja (como es llamado en italia) y se destaca como una herramienta clave en la desinstitucionalización de usuarios del sistema de salud mental.
Esta actividad se enmarca en un ciclo de encuentros que continuará durante 2024, con la participación de expertos/as de Italia y Uruguay. En total, se harán tres actividades sobre la temática este año. Dos ya sucedieron, la última ocurrirá el 10 de diciembre. Desde la Udelar, se destaca la relevancia de estas instancias para adaptar experiencias internacionales a las particularidades locales, lo que potencia la inclusión social y fortalece el vínculo entre educación, trabajo y derechos humanos.
El evento reafirma la importancia del trabajo colectivo y la cooperación internacional como herramientas para garantizar derechos y promover modelos innovadores de inclusión, alineados con los valores de justicia social y equidad.
La experiencia italiana
Durante el evento, Michela Vogrig, presidenta del consorcio de cooperativas de salud mental en Friuli-Venezia Giulia, presentó la historia y los logros de estas iniciativas. En ese marco, comentó que el consorcio que representa está integrado por cooperativas de inserción laboral y que desarrollan servicios asistenciales en Italia. Durante su presentación, relató la historia de la primera cooperativa laboral en 1972 , que “nació por iniciativa de un grupo de operadores, que en esa época eran enfermeros psiquiátricos del manicomio San Giovanni que existía en ese momento en Trieste”, contó.
En ese momento, las y los enfermeros acompañaban a los pacientes en lo que se definía como “ergoterapia, que es un trabajo no retribuido, no pagado”. En este caso, el trabajo cotidiano de los pacientes consistía en recoger basura. Las y los enfermeros empezaron a cuestionar que no es justo que las personas internadas en el manicomio trabajaran sin protección, con riesgo de hacerse daños y sin ser retribuidos económicamente.
Con el foco en esas inquietudes, las y los enfermeros y pacientes que salían del proceso de institucionalización, crearon la primera cooperativa que permite que trabajadores con y sin fragilidades en materia de salud mental compartan roles en igualdad de condiciones. Vogrig definió este caso como “revolucionario” y destacó que marcó el inicio de otras iniciativas similares en Italia en materia de cooperación de inserción laboral.
La siguiente en exponer fue Stefania Grimaldi, integrante de la cooperativa La Colina de Trieste, una de las iniciativas nacidas dentro del recorrido de superación del manicomio de la ciudad. Hoy en día la cooperativa es una empresa de dimensiones medianas, con más de 200 trabajadores y trabajadoras en su plantilla.
Agregó que La Colina brinda empleo a personas con problemas de salud mental, adicciones o antecedentes de reclusión, entre otras situaciones de desventaja. En este marco, la ley nacional de 1991 exige que al menos el 30% de los trabajadores de estas cooperativas provengan de contextos de vulnerabilidad, porcentaje que, en su caso, superan.
Grimaldi subrayó que, aunque estas iniciativas nacieron con el apoyo de las instituciones públicas, hoy enfrentan desafíos como la falta de compromiso gubernamental y una creciente burocratización. Sin embargo, las cooperativas ampliaron su campo de acción, gestionando servicios culturales, administrativos, turísticos y de comunicación tanto en el sector público como en el privado.
Luego, se presentó Davide Cicuttin, integrante de la cooperativa Noncello, que nació dentro de un centro de salud mental dentro de una provincia en la parte occidental de esta región, Pordenone. En un mundo en que las fragilidades “cambiaron”, planteó que las cooperativas tienen que encontrar respuestas “para los nuevos desafíos que se nos presentan”.
Cicuttin planteó que es un derecho de todas y todos que el trabajo sea reconocido económicamente. “Este es el motivo por el cuál nosotros dejamos de hablar de inclusión laboral y estamos empezando a hablar de inclusión socioeconómica”, señaló y agregó que el salario debe ser “digno” y contribuir en el desarrollo de “lo que es importante para cada uno de nosotros”.
El orador también hizo énfasis en la importancia de los contextos que ofrecen los ámbitos de trabajo: “Tenemos que superar la idea de espacios cerrados en los que simplemente las personas pueden pasar parte de su tiempo produciendo algo. Hay que reflexionar sobre espacios abiertos, mixtos, en los cuales, durante mi actividad y jornada laboral, me encuentro con otras personas y construye relaciones y en ese intercambio se puede encontrar elementos que me hacen estar mejor”, afirmó. Tener estas conversaciones sobre el trabajo permite cuestionar sobre si las oportunidades laborales son rehabilitadoras o no.