Se está llevando a cabo la segunda edición del curso para promotores agroecológicos de huertas comunitarias y educativas, Cultivar para transformar II, en el que participan personas de 10 departamentos del país. El Portal de la Udelar entrevistó a dos de los docentes de la Universidad de la República (Udelar) organizadores de la formación, Inés Gazzano de Facultad de Agronomía y Mauricio Passeggi, de la Facultad de Ingeniería.
La crisis ambiental que se vive en la actualidad, de la que Uruguay no es ajeno, se manifiesta en el cambio climático, la contaminación y el agotamiento de recursos, pero aunque hoy sea motivo de alarma y de voces que piden medidas urgentes, investigadores y organizaciones sociales vienen alertando desde hace décadas acerca de esta posibilidad si se continúa con el mismo sistema de producción. La agroecología, que tiene una trayectoria de más de 30 años y se desarrolló en Uruguay en el marco de una red integrada por organizaciones sociales y movimientos, algunos universitarios, entre otros actores sociales, trae como propuesta otras formas de gestión de los sistemas naturales y el relacionamiento social y se formula fuertemente como una opción para enfrentar la crisis ambiental y social a la que se enfrenta hoy el mundo.
En diálogo con el Portal de la Udelar, Gazzano señaló que «desde la sociedad y desde la Universidad es necesario ser caja de resonancia que amplifique este enfoque». Passeggi coincidió con esta postura y destacó que «el rol de la Universidad es clave en el proceso de ubicar a la agroecología como una estrategia viable y posible de desarrollo que conduzca a la sustentabilidad y al bienestar de la población». Este es uno de los fundamentos que sustenta el curso Cultivar para transformar, que se realizó por primera vez entre 2020 y 2021 y en marzo de 2023 comenzó su segunda edición.
El curso
Cultivar para transformar es un curso anual que apunta a la formación de agentes comunitarios y educadores que promuevan y fortalezcan el desarrollo de huertas agroecológicas inclusivas y generativas en áreas urbanas, periurbanas y rurales. La responsabilidad de la formación está a cargo del Grupo de Agroecología de la Facultad de Agronomía y el Área Estudios Cooperativos y Economía Solidaria de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio (CSEAM) de la Udelar y cuenta con el apoyo de la Red de Huertas Comunitarias, la Escuela Abierta de Agroecología de la Intendencia de Montevideo y el Centro Emmanuel.
En esta segunda edición, que se lleva a cabo en el marco de Educación Permanente de la Udelar, participan 50 docentes de distintos ámbitos. La formación consta de 60 horas de teórico, que se desarrollan en modalidad virtual los días miércoles y son generales para todos, y 45 de práctico, que tienen lugar un sábado cada quince días en cada una de las distintas sedes. Las clases teóricas y prácticas incluyen un control de asistencia, ya que muchas personas quedaron fuera del curso por un tema de cupo y es una gran responsabilidad ser parte de la formación. Asimismo, se instrumenta un proceso de evaluación y consolidación de los conocimientos adquiridos a través de materiales de lectura, foros de estudiantes y el diseño de un proyecto por parte de los participantes. Los docentes llevan adelante también foros de intercambio y participan de las reuniones de coordinación, cuya realización estaba prevista regularmente pero en la práctica se lleva a cabo cada vez que hay algo que resolver, evacuar dudas o coordinar temas, que es muy a menudo, dado que esta formación de carácter anual implica enormes desafíos.
Para la selección de los participantes del curso, se realizó una convocatoria a interesados a la que se presentaron 400 personas, lo que evidencia la enorme demanda de formación en huertas y agroecología, que existe en la actualidad en el país. Luego de un proceso de selección, quedaron poco más de 200 personas que provienen ya de ámbitos vinculados a las huertas, a procesos de organización o educativos o son referentes locales en la temática y residen en los departamentos de Canelones, Durazno, Florida, Salto, San José, Paysandú, Río Negro, Soriano, Treinta y Tres y Montevideo.
Los participantes del curso debían contar con el aval de una huerta comunitaria o educativa donde diseñar un proyecto local en el primer semestre con el acompañamiento de docentes, para ser implementado y evaluado en la segunda mitad del año, un derivado que trasciende el propio curso. Gazzano explicó que se dirigió la formación a personas que ya estaban vinculadas con el tema porque la propuesta pone en juego un aspecto central en agroecología que es el diálogo de saberes, conocimientos que tienen un papel importante principalmente en la actividad práctica pero también en el diálogo de conocimientos que se estimula en el espacio teórico. «Es un curso que promueve capacidades locales», afirmó Gazzano. En ese sentido, recordó que en la etapa de organización de esta edición del curso se realizó una convocatoria a organizaciones y grupos académicos de todo el país, la respuesta fue muy buena se recibieron 10 propuestas y quedaron todas habilitadas. «Esto de identificar y potenciar los recursos que ya existen en el territorio me parece que es clave para después darle continuidad a estos procesos, que más allá de las articulaciones que se puedan establecer, implican esencialmente estrategias de desarrollo locales», afirmó. Es así que el curso involucra a cuatro centros universitarios del interior, cinco intendencias, cuatro organizaciones de la sociedad civil, articulando en los territorios la propuesta sólida con los prácticos.
La formación cuenta con al menos 3 docentes habilitados en cada una de las sedes prácticas, uno de ellos es el referente del equipo docente y los otros dos representan a cada una de las dos áreas (Agronomía y Social) y 17 docentes que participan en las instancias teóricas; «una diversidad de trayectorias, de conocimientos y de aportes, maravillosa», señaló Gazzano. Añadió que la interdisciplina ya implica un enorme desafío, al que se le suma que el grupo de docentes está integrado por algunos provenientes de Udelar y otros de diversas trayectorias, referentes de organizaciones, egresados de la tecnicatura en agricultura familiar, promotores locales, egresados de la edición anterior del curso, entre otros. Resaltó también que el curso desde su primera edición cuenta con el apoyo de la Intendencia de Montevideo a través de la Escuela Abierta, la formación está funcionando con la base educativa, la plataforma, de este servicio de la comuna capitalina. A partir de este apoyo, han aparecido otras intendencias que se sumaron a articular también con la propuesta.
Para designar a los docentes del curso así como a los dos referentes de la práctica, que cumplen el rol de coordinadores en cada sede, uno en el área agronómica productiva ambiental y otro en el área social, se realizó una convocatoria y una posterior selección. Existe también un grupo de docentes que se reúne periódicamente para llevar adelante la coordinación central del curso, planifica las actividades y realiza el cronograma.
Un salto cualitativo y cuantitativo
En su primera edición el curso tuvo 100 participantes y también instrumentó mecanismos de articulación entre numerosos actores sociales y organizaciones, pero se enfocó principalmente al área metropolitana, se trabajó con tres localidades. Además, Passeggi recordó que en esta edición algunos grupos académicos de la Udelar junto a organizaciones, asumieron directamente el dictado tanto de las clases teóricas como de las prácticas.
En este segundo ciclo de la propuesta se utilizó una estrategia descentralizadora, se pasó a trabajar en buena parte del territorio, «lo que fue un desafío conceptual, de coordinación, de organización y presupuestal, tremendo», apuntó Gazzano, ya que exigió a los organizadores identificar capacidades locales de las organizaciones, intendencias, sedes universitarias, que pudieran asumir la tarea de conducir los prácticos. Es la primera experiencia en el país y en la Universidad en la que se realiza una formación de estas características, acotó.
En cuanto al sostén financiero de la propuesta, señaló que el 90 % de los recursos con los que se financia esta segunda edición del curso provienen de la Universidad y de las propias sedes, donde cada una de ellas moviliza recursos locales propios provenientes de distintas fuentes, que les permitan hacer viable el curso durante todo el año y garantizar su sostenibilidad en el tiempo. Asimismo cada sede para postularse tenía que tener los dos docentes referentes, la huerta para anclar el trabajo, las herramientas para llevarlo adelante y debía realizar la inscripción de sus participantes al curso, que al igual que los docentes fueron seleccionados con criterios explicitados previamente, para armar el grupo base local. El presupuesto total es muy difícil de estimar porque en la formación se articulan docentes Grado 2 a Grado 4 y docentes con régimen de Dedicación Total, de la Udelar, a los que se suman los técnicos de otras instituciones locales.
También se cuenta con un mínimo aporte de la Comisión Honoraria del Plan Nacional de Agroecología (menor al 10 %) y en el trabajo de comunicación, que es muy importante ya que hay que hacer circular un gran flujo de información entre las personas que participan del curso, colabora una de las becarias de la Intendencia de Montevideo. Gazzano añadió que esta forma de funcionamiento aportó a resolver en parte un problema que se venía observando que era la multiplicación exponencial de la demanda de formación en Agroecología a nivel local que muchas veces se repetía y que insumía recursos locales, con el curso estas necesidades se engloban en una propuesta de formación anual, articulada y con mayor solidez de contenidos.
Importancia de la formación
Passeggi destacó que el curso apunta a «promover experiencias y generación de nuevas realidades, desde las bases, en ese encuentro de personas diversas que en esa riqueza son capaces de visualizar el futuro que se quiere y construirlo a nivel local, con acciones concretas, generación de redes locales y articulación de capacidades». Otros de los objetivos son fortalecer los vínculos comunitarios, impulsar un consumo responsable, el cuidado del ambiente y apuntar para ello a una producción en clave de soberanía alimentaria. La formación se propone también amplificar la respuesta a estas necesidades ya que forma referentes que cumpliran el papel de promotores del tema en sus organizaciones y es un proceso de transformación social que implica ir hacia otro modelo de sociedad, de cuidado ambiental, de los barrios, de las personas entre sí, hacia otro tipo de organización.
Passeggi destacó también la importancia de la investigación en agroecología, en este sentido recordó que se presentó al fondo Maggiolo un proyecto inter y transdisciplinario en el que participa la Facultad de Ingeniería, el Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio y el Grupo Disciplinar de Agroecología, que vincula la gestión de residuos con la producción de alimentos en la ciudad. En el marco del proyecto se desarrollan sistemas de compostaje y vermicompostaje asociados a huertas comunitarias, con aportes de residuos de familias cooperativas. Afirmó que otro factor fundamental del curso es que «plantea una propuesta contrahegemónica a la cultura actual del sistema dominante, exitista e individualista, que apunta a todo lo contrario, al buen vivir a través de vínculos sanos con el ambiente, con uno mismo y con la naturaleza». Entiende que a la interna de la Universidad también existe la necesidad de realizar una revisión acerca del lugar que se le da a este tipo de proyectos. «De alguna manera también nos dejamos llevar por la propuesta académica hegemónica que también es exitista, individualista, donde la publicación en las revistas científicas más reconocidas parece que es el summum, pero a veces eso no cambia la vida de las personas y en nuestro país esa es una de las finalidades más importantes de la Udelar, generar una sociedad más justa, más equitativa, más inclusiva, de mayor calidad de vida y el curso apunta a eso», sostuvo.
Gazzano coincidió con Passeggi en esta perspectiva y opinó que el curso implica una mirada contrahegemónica que busca trascender el accionar individual y promover formas de organización social que contribuyan a la transformación del sistema alimentario hegemónico. En ese sentido la formación incluye la participación social, el diálogo de saberes, busca apoyarse en una extensión crítica y demanda cada vez más fuertemente la jerarquización de investigación y construcción de procesos pedagógicos con otras características: procesos de trabajo e investigación de más largo plazo, con enfoque territorial, inter y transdisciplinares, localizados, con múltiples actores y a diferentes escalas de trabajo.
Antecedentes
El curso no surgió de la nada, hubo varios antecedentes que lo hicieron posible, entre estos se encuentra un curso de producción agroecológica de alimentos que se dio en Facultad de Agronomía durante 16 años y en el marco del cual se formaron más de 500 personas. Otros de los hitos fueron el programa de producción de alimentos y organización comunitaria que se creó durante la crisis socioeconómica del año 2002 en respuesta a este contexto y el Programa Huertas en Centros Educativos, que estaba dirigido especialmente a escuelas de Montevideo y el área Metropolitana y funcionó del 2005 al 2020. Otro de los antecedentes fue el propio desarrollo de la agricultura urbana en Uruguay. Este proceso se consolida con la creación de la Red de Huertas Comunitarias que se formaliza en 2017, pero tiene una gran trayectoria en todo el país como un fenómeno que impulsan las familias pero también las acciones comunitarias y educativas.
Passeggi si bien participa en la huerta comunitaria de Facultad de Ingeniería como docente de la institución, se vinculó al curso Cultivar para transformar desde su rol de integrante de la Red de Huertas Comunitarias del Uruguay y de los Nodos Ambientales Participativos, otro de los antecedentes del curso. Estos nodos surgieron a partir de un proceso que se desarrolló desde 2016 con los objetivos de promover la agroecología, la elaboración de compost a partir de residuos y la educación ambiental. Nucleaban a unas 20 organizaciones de la sociedad civil y a grupos académicos de la Udelar, como extensión universitaria y el programa huertas en centros educativos y de la Universidad Católica del Uruguay (UCU).
«Todas estas iniciativas y experiencias, a las que se suman hoy otras organizaciones y redes como la Red de Agroecología y la Red de Semillas, que trabajan también en esta línea, se entrecruzan y contribuyen en la actualidad a buscar alternativas para dar respuesta y construir transformaciones, marcado por la evidencia de una crisis socioambiental sin precedentes», resaltó Gazzano.
¿Por qué cambiar a una perspectiva agroecológica?
Gazzano entiende que en la actualidad las miradas van hacia la agroecología porque es una respuesta que ha demostrado su capacidad de enfrentar la crisis socioecológica actual, su propuesta tiene una trayectoria propia, conserva los bienes naturales, produce alimentos sanos en cantidad y calidad, promueve relaciones sociales más solidarias y justas y genera economías más cercanas solidarias. Entiende que la agroecología funciona como propuesta transformadora cuando se asume y se desarrolla en forma integral, en cambio cuando se toma una parte de sus planteos, ya sea solo técnicas o formas de venta hacia mercados específicos, «no funciona, no es agroecología». Sostiene que para que esto pueda comprenderse y amplificarse es necesario desarrollar enfoques conceptuales, metodológicos y de acción, junto a organizaciones sociales que trabajan en este tema y plantea la responsabilidad y el desafío para la Universidad de profundizar las definiciones y apoyos necesarios para lograrlo. «Es una propuesta que hoy es urgente, posible y necesaria», expresó Gazzano.
Hace algunos años en Uruguay, a impulso de un conjunto de organizaciones sociales, se dieron pasos que apuntaban a profundizar el desarrollo de la agroecología a nivel nacional, generando un movimiento que propuso y logró la aprobación de la Ley Nº 19.717 en 2018, que se reglamentó en 2019 y es el marco de la cual se creó la Comisión Honoraria Nacional con el cometido de generar las acciones para implementar el Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas. Con respecto a la situación actual de este Plan, Gazzano señaló que ha avanzado en forma muy escasa por el bajo presupuesto con el que cuenta, lo que hace que caiga en la inoperancia. Asimismo, existe una disputa conceptual acerca de la agroecología, entre las organizaciones sociales que participan y el enfoque que trae la coordinación del Plan. «Cuando a esta ley se le quiere colocar un ropaje para que sirva para todo, hace que en definitiva corra el riesgo de no servir para nada, porque se diluye la propuesta y de esa manera se evita la esencia que es su capacidad de transformar el sistema de producción y de vida dominante, incluso no se respeta la construcción de 30 años que tuvo la ley, en la que participó un tejido muy denso de organizaciones sociales», reflexionó Gazzano.
Se ha avanzado en la presentación del Plan en el interior del país, a través de instancias en las que se presentaron los ejes de la Ley, han tenido algunas consultorías de relevamiento sobre la realidad productiva en relación a la agroecología y en la actualidad está abierta una convocatoria para el relevamiento de la investigación vinculada a esta forma de producción. Además de las trabas presupuestales, el Plan ha tenido otras dificultades como el cambio de la política de gobierno en el modelo de certificación orgánica: ésta pasó de estar en la órbita de las organizaciones sociales a la del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, con lo que se perdió la capacidad construida y de conocimientos asociados al sistema participativo de garantías en el que se llevaba unos cuantos años de trabajo y se genera un vacío en el tema. «Se han dado algunas discusiones, estamos en un proceso de discernimiento conjunto. No descarto que se vayan encontrando caminos, pero no es sencillo», consideró Passeggi.
Fuente Portal Udelar disponible Aquí