A partir del intercambio entre especialistas y actores sociales sobre el vínculo del trabajo y los avances tecnológicos en Uruguay, surgieron temáticas para que la sociedad y la academia estudien el fenómeno en conjunto.
En diálogo con Nicolás Marrero, docente del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM), reflexionó sobre las conclusiones que dejaron las II Jornadas “Capitalismo de plataformas y uberización del trabajo”, organizadas por el grupo de trabajo Semillero Interdisciplinario “Uruguay: Transformaciones del trabajo en el capitalismo cognitivo”.
A modo de contexto, planteó que el “capitalismo se ha transformado”. “Las principales empresas que cotizan en bolsa son las grandes tecnológicas: Google, Facebook, Amazon, Apple, Alibaba, Tencent”, planteó. En ese sentido, indicó que adquirieron la modalidad de “plataformas de intermediación entre oferentes y demandantes”. Uruguay no es ajeno a estos cambios, ya que “está inmerso en esta economía global que se está desarrollando en distintos niveles en imbricación con los sectores económicos tradicionales”, subrayó.
Para Marrero, existen muchas “conjeturas y especulaciones” en torno al futuro del mundo del trabajo. Ante esta situación, el Semillero trabaja sobre “relevamientos empíricos concretos en distintos sectores”.“Consideramos que la Universidad es vital en el desarrollo de la producción de conocimiento y los procesos de enseñanza y extensión en torno a la problemática del trabajo”, señaló. En ese sentido, comentó que hay líneas de trabajo para abordar junto a otros actores de la Universidad de la República.
Como ejemplo, planteó que buscarán avanzar en el estudio de la plataformización en el agro junto al Observatorio de la Cuestión Agraria en Uruguay. También se refirió a la importancia de colaborar con la Facultad de Ingeniería (Fing) para articular en torno al conocimiento que genera la Fing sobre los desarrollos tecnológicos en cuestión y las líneas del Semillero. En este sentido, también se generó un espacio de colaboración futura con el Centro Interdisciplinario en Ciencia de Datos y Aprendizaje Automático. Como ejemplo, indicó que “una de las demandas que tuvimos al principio cuando empezamos a trabajar con repartidores es que no entendían cómo funciona el algoritmo, que es el que determina su salario”.
Con respecto a eso, consideró que SCEAM tiene un “papel fundamental” a la hora de aportar en el vínculo entre tecnología y trabajo, a partir de los conocimientos de la Fing. Comentó que desde el servicio hay disposición para abordar estas problemáticas y planteó que una buena iniciativa sería que estudiantes de la Facultad desarrollen proyectos de extensión junto con sindicatos.
“Desde el punto de vista de la ingeniería, es importante que contribuyan a poder asimilar conceptos básicos en torno a algoritmos e inteligencia artificial”, explicó. En ese sentido, planteó que una discusión central son “los dilemas éticos que plantean el uso de algoritmos en el trabajo, los sesgos y las nociones de equidad”: “Si se ingresan datos con un sesgo racista, los resultados van a ser racistas. Si alguien ingresa datos con un sesgo misógino, los resultados van a ser contrarios a los derechos de las mujeres”, argumentó. De esta manera, se amplían los riesgos de perpetuación de las inequidades de género, raza y clase sumados a los prejuicios a la privacidad.
Por otra parte, también comentó que en el ámbito laboral los resultados de los algoritmos de aprendizaje automático son tan confiables como los datos en los que se basan y las decisiones tomadas durante su diseño y desarrollo, lo que influye directamente en procesos como la selección de personal, la asignación de tareas y la evaluación del desempeño.
A esta situación se agrega el problema de que a la hora de decidir “entre el saber de la inteligencia artificial y el saber científico o del humano, empieza a prevalecer la inteligencia artificial”. “La verdad que produce la inteligencia artificial parece más verdadera que la que construye el ser humano”, añadió e indicó que la conjunción entre el sesgo de los datos y la errónea percepción de una mayor objetividad por parte de las máquinas es lo que motiva la necesidad de una discusión ética.
¿Qué hay que regular?
En lo que respecta a la platafomización, que, como ilustra el título, fue la temática principal de las jornadas, Marrero señaló que el fenómeno no se limita al trabajo de reparto y que se está extendiendo a otros rubros. “No hay un único proceso de avance sin frenos de la plataformización en Uruguay, hay sectores en situaciones muy heterogéneas”, apuntó. Entre ellos, puso como ejemplo al sector bancario, que está siendo remodelado por las nuevas plataformas que aparecen, como Mercado Pago, que sustituyen las funciones de los bancos. Lo que se traduce en una “precarización muy fuerte del trabajo”.
El docente también se refirió al caso del agro en Uruguay, que aún no está suficientemente estudiado. Aunque no pudo asegurar que en Uruguay se empezaron a usar plataformas laborales en este sector, señaló que sí sucede en otros países de la región, en los que ya hay trabajadores rurales que son contratados a través de plataformas.
Según Marrero, en Uruguay está sucediendo algo peculiar. Las firmas dueñas que impulsan está nueva modalidad laboral se están coaligado con las grandes empresas del agronegocio: “Hay un proceso de concentración de capital entre las plataformas y el agronegocio, que están dando un formato nuevo y redefiniendo las características del mercado agrario”, afirmó.
Sobre si es adecuado regularizar la relación entre las nuevas tecnologías y el trabajo, Marrero planteó que hay que hacerse la siguiente pregunta: “¿Las plataformas están redefiniendo la relación entre Estado, mercado y trabajo?”. Ante esa interrogante, señaló que “hay un poder económico muy grande”, compuesto por las empresas tecnológicas más relevantes del mundo, que presiona para “desarrollar un tipo de regulación» que “no afecte la rentabilidad de las empresas y la libertad de mercado”.
La figura de trabajador autónomo es uno de los conceptos centrales en el debate sobre la creación de un marco normativo para los vínculos laborales que se generan a partir de la plataformización del trabajo. Mientras que algunos piensan que es necesario crear nuevas leyes, otros plantean que la jurisprudencia uruguaya ya define como trabajo dependiente el vínculo entre el empresariado y las trabajadoras y trabajadores a través de plataformas.
“Quizás hay que regular lo más novedoso” y “despegar la discusión del trabajo autónomo y las condiciones de trabajo” de la idea de crear marcos normativos que respondan al avance las nuevas tecnologías, como “el alcance de la Inteligencia Artificial y los algoritmos”, propuso. “La tecnología es una relación social, no es algo que viene como un fenómeno natural. Hay que entender que está mediada por el poder económico y político, es un lugar de disputa. La plataforma es esa síntesis donde se juntan procesos de desarrollo tecnológico hiper avanzados con proceso de precarización del trabajo”, explicó.
En búsqueda de “efectos colectivos”
“La primera conclusión es el fortalecimiento de un equipo de trabajo de carácter interdisciplinario, en torno a un problema como las transformaciones del trabajo en el Uruguay”, evaluó Marrero, en referencia al resultado de las jornadas. En comparación a la instancia anterior, en la que hubo muchas ponencias en relación al trabajo del reparto a través de plataformas, valoró que en la edición de este año se logró ampliar la mirada sobre las transformaciones del mundo laboral.
Destacó que en las jornadas participaron especialistas en historia, ingeniería y trabajo social. Agregó que el desafío a futuro es fortalecer la “discusión con actores extraacadémicos”, como organizaciones sociales y colectivos de trabajadores y trabajadoras. “Buscamos que las actividades e iniciativas que impulsamos tengan efectos colectivos” indicó y sostuvo que otros sectores de la sociedad por fuera de la academia también producen conocimiento.
En ese marco, contó que en las jornadas surgieron iniciativas para abordar en conjunto con organizaciones de la sociedad civil. Como ejemplo, mencionó que hay una línea para trabajar junto al Sindicato Único de la Administración Nacional del Puerto, que tiene como objetivo estudiar el proceso histórico del puerto de Montevideo y sus transformaciones, con el objetivo de comprender las dinámicas actuales. Además, mencionó que actualmente están trabajando con el Sindicato de la Industria del Medicamento y Afines sobre los efectos que generan los cambios tecnológicos en la industria sobre las trabajadoras y trabajadores.
De cara al futuro, comentó que desde el Semillero pretenden hacer un curso o un Espacio de Formación Integral sobre “inteligencia artificial, plataformas y trabajo». “Que todos los que estuvimos en las jornadas nos pongamos a trabajar en involucrar organizaciones y estudiantes en función de este tema”, concluyó.
El Semillero es coordinado por docentes SCEAM y Facultad de Ciencias Sociales (FCS) e integra equipos docentes de la Facultad de Derecho (Instituto del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Departamento de Historia Americana), FCS (Departamento de Trabajo Social), FING (Instituto de Computación), del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (Área Sector Productivo y Organizaciones Sociales) y del Doctorado de Economía de la Universidad General Sarmiento.