Quilombos y aldeas

Recorrida por comunidades en la frontera Brasil – Uruguay en el marco del proyecto Afronteira

El jueves 31 de agosto y viernes 1 de setiembre pasados se llevó adelante una nueva actividad del Proyecto “Afronteira: antirracista y diversa”, iniciativa que reúne a la Universidad Federal de Santa María, Universidad Estadual de Río Grande do Sul, Universidad do Pampa, Universidad de la República, Oficina Regional de Análisis de Políticas de Equidad Racial (ORAPER) y Organizaciones Mundo Afro, referente del movimiento afrouruguayo.

Un proyecto que se viene pensando en portugués y en español; en portuñol. Que busca constituirse como un espacio de articulación académica y comunitaria de referencia binacional en la frontera entre Uruguay y Brasil, generando iniciativas y herramientas para la protección de los derechos humanos de las comunidades afrodescendientes y aquellas que sufren el racismo y la discriminación étnico-racial.

Por parte de la Udelar, esta iniciativa es impulsada desde distintos espacios, como el Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM), la Unidad Regional de Extensión – sede Artigas- del Cenur Litoral Norte, la Unidad de Extensión del Cenur Noreste -sede Rivera- y el Núcleo de Estudios Rurales (NER) del Cenur Noreste -sede Tacuarembó-. Por su parte, Organizaciones Mundo Afro (OMA) viene impulsando y participando del proyecto desde la sociedad civil, en el marco del Observatorio sobre Racismo y Xenofobia que construyen junto al SCEAM.

En el mes de julio la recorrida fue por Ansina, Minas de Corrales y el proyecto Ohare Yaguarí, que en la cuenca del Río Yaguarí busca generar un espacio de formación y trabajo en torno a lo étnico-racial y el medio rural; impulsado por OMA y con el apoyo del equipo del NER de la Udelar.

En esta oportunidad, la visita a algunas comunidades que se ubican en territorio brasileño buscó reconocer las distintas realidades para, a partir de ello, proyectar el trabajo en el territorio, buscando la mejor articulación posible entre espacios académicos y comunitarios a un lado y otro de la frontera.

Se recorrieron una aldea mbya guaraní y dos comunidades quilombolas; pueblos tradicionales afrodescendientes conocidos por haberse formado por familias que en el pasado escaparon de la esclavitud.

Vila da Lata, es una comunidad quilombola que se encuentra en la frontera misma entre Uruguay y Brasil, a 30 kilómetros de Aceguá. Cerca de 40 personas viven allí, sobre la línea divisoria y entre enormes haciendas y sitios de agroindustria. Cirilo, el presidente de Vila da Lata, está sin trabajo estable y se rebusca con actividades zafrales, en una dependencia directa de las oportunidades que el campo les ofrece. Con el pozo de agua contaminado, se nutren del agua de lluvia que canalizan a tanques desde los techos de sus casas y son su fuente de consumo. Sin tierras para poder producir, las condiciones precarias se mantienen desde hace décadas en un lugar que se va diluyendo en el mapa con la partida de sus jóvenes en busca de nuevas oportunidades laborales y de vida.

En contraste, el Quilombo Tamanduá es una extensión más importante en tierras y menor en cantidad de familias. Cada núcleo cuenta con varias hectáreas para producir alimentos y vivir de su consumo y comercialización. A pesar de la lluvia que se asomaba no muy lejos, había quien cortaba troncos para levantar un nuevo galpón, quien amontonaba leña y quien trabajaba la tierra entre diversas plantaciones. Sandra contaba con sus manos curtidas sobre los ciclos de cosecha y las formas de cuidado frente a plagas o animales, cuando las primeras gotas apuraron la despedida.

A unos kilómetros de allí, y ya bajo la lluvia de una tarde fría y ventosa, en chancletas y con pantalones cortos, nos recibieron niños y niñas de la comunidad mbya guaraní que visitamos. La estructura deteriorada de una vieja escuela sirve como refugio para la bienvenida y el saludo afectuoso, mientras aparecen de las viviendas construidas en su entorno las mujeres y hombres adultos de la comunidad. Cruzando el arco de fútbol hecho con troncos, nos reunimos en su escuela, un único salón pequeño con paredes de madera. Esta construcción se las brindó el Estado brasileño en una política que busca favorecer la educación de los niños y niñas de la aldea de manera bilingüe, en portugués y guaraní. Entre 20 y 30 personas son las que allí viven hace algunos años, sosteniéndose con la venta de artesanías y algo de producción propia que les permite vivir allí, manteniendo cultura y tradiciones.

Estas comunidades son acompañadas por un equipo de la Universidad Federal de Santa María que viene trabajando en la generación de estrategias que aporten a la mejora de sus condiciones de vida. En esta breve recorrida ya son muchas las cosas que emergen y se podrían decir sobre esta experiencia, llena de miradas, voces y emociones encontradas. Por lo pronto surge el compromiso de imaginar y construir posibles puentes que articulen y potencien el trabajo con dichas comunidades y lo hecho por la Udelar en la zona fronteriza, como en la cuenca del Yaguarí. Y para eso no solo cuenta la visión universitaria, sino también la de la propia comunidad. En ese sentido es que integrantes del proyecto Ohare Yaguarí y Organizaciones Mundo Afro fueron parte de esta recorrida, con la mirada y escucha atenta.

En lo que resta del año, mientras se sigue trabajando paralelamente en cada territorio, se buscará sistematizar y ordenar las experiencias para proyectar acciones articuladas hacia el futuro, potenciando lo existente e imaginando nuevos aportes e intervenciones en clave de extensión que, con la comunidad como protagonista, sigan aportando a la lucha contra el racismo y la mejora de la condiciones de vida de la población afrodescendiente.

Nota: por Nicolás Robledo

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