En el predio de la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República (Udelar) funciona una huerta comunitaria desde el mes de julio. El Portal de la Udelar concurrió a una de las actividades de la Huerta y dialogó con Mauricio Passeggi, docente de la Facultad de Ingeniería responsable del proyecto Fing Circular, en el marco del cual se desarrolla el espacio.
La Huerta Comunitaria de Fing, que se presentó el 1º de julio, está instalada en el predio ubicado detrás del Instituto de Computación de la Facultad (INCO), con entrada por la calle Julio María Sosa y desarrolla actividades abiertas a la comunidad universitaria y del barrio los miércoles de 16 a 18 horas y los sábados en la mañana, de 10 a 12 horas. Los vecinos participan no solo de las jornadas de trabajo en la huerta sino también del encuentro de coordinación que se lleva a cabo los martes a las 19 horas. En este encuentro, los distintos grupos de trabajo que se organizaron (Capacitación, Comunicación, Organización y finanzas, Infraestructura, Producción y el equipo de Semillas), llevan propuestas para que sean acordadas en el colectivo y a partir de ahí se definen las acciones.
Passeggi indicó que hoy en la huerta todavía está plantada la zafra otoño-invierno, hay acelgas, repollo, brócoli, rabanitos, cebollas, perejil y caléndulas, que por dar flor atraen polinizadores. Además en uno de los bancales o canteros construyeron una especie de invernadero pequeño cubierto de nylon transparente, el microtúnel, que permite la entrada de los rayos del sol, con lo que la temperatura es mayor dentro que fuera, generándose un microclima. El microtúnel sirve para adelantar la siembra de primavera-verano, y en este ambiente, que favorece que los plantines crezcan más rápido, cuentan con plantas de tomate, morrón, berenjena, entre otras, que ya se pueden empezar a sembrar.
«Promover un cambio cultural y crear vínculos comunitarios»
Passeggi explicó que Fing Circular es un proyecto de Extensión financiado por la propia Facultad, que tiene como objetivos la valoración de residuos, la producción de alimentos y la generación de vínculos comunitarios dentro de la Facultad y con el barrio. Añadió que el equipo promotor del proyecto está conformado por tres estudiantes, cuatro docentes y dos funcionarios. No todos los integrantes pertenecen a las mismas especialidades, una de las docentes es licenciada y doctora en microbiología, los otros integrantes provienen de Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Mecánica e Ingeniería Química.
Este equipo es el que diseñó el sistema e invitó a la separación de residuos a los diferentes actores internos de la Facultad. Cada uno de los servicios de la Fing nombró un referente para coordinar con el equipo de Fing Circular el proceso de clasificación y se les entregaron los insumos necesarios (un contenedor, un afiche con la explicación acerca de este proceso y unos adhesivos que van sobre el propio contenedor). Junto a cada contenedor de residuos orgánicos, los referentes colocaron un recipiente para residuos comunes, «para que la persona que tiene un residuo de este tipo no lo descarte en el de orgánicos solo porque es el único que tiene cerca». Passeggi destacó que «esto ha funcionado muy bien, se ha establecido una comunicación muy fluida con los referentes lo que ha permitido que se evacúen dudas y como resultado la calidad de la clasificación es perfecta, no hemos tenido que separar cosas».
Señaló que en la actualidad existen 21 estaciones de separación de residuos orgánicos que son traídos a las unidades de compostaje, construidas en el propio predio de la Facultad, a metros de las cuales se construyó la Huerta. En estas unidades se procesa el material orgánico y una vez ya compostado se va a usar para nutrir los bancales o cajones de la huerta comunitaria, donde se producen todo tipo de hortalizas.
La idea inicial de la Huerta fue una propuesta de Passeggi, que además de trabajar en Biotecnología de Procesos para el Ambiente (Bio ProA), un equipo de investigación y desarrollo del Instituto de Ingeniería Química de la Fing orientado a valorizar residuos, es presidente de la Red de Huertas Comunitarias del Uruguay y participa hace muchos años en huertas comunitarias. Passeggi señaló que los objetivos del Proyecto son «promover un cambio cultural en cuanto al manejo de residuos y la conciencia ambiental, y crear vínculos comunitarios entre integrantes de la Facultad pero también con las personas del barrio, a través de actividades recreativas como esta, porque uno cree que estamos trabajando pero en realidad estamos disfrutando». «Sé lo que es la huerta comunitaria, sé lo valiosa que es como espacio de socialización y de creación de vínculos entre las personas y me pareció algo bueno para llevar adelante en la Facultad», expresó. Añadió que para la convocatoria recibieron el apoyo del Municipio b, que colaboró con la difusión, a través de las redes del organismo.
Recordó que la primera actividad fue un taller de plantines, que se realizó el 26 de mayo. Participaron más de 20 personas y en una siguiente actividad que se llevó a cabo el 23 de julio en la que se armaron los seis bancales que están instalados hoy, participaron 60 personas. Resaltó que el trabajo de esa jornada de julio se realizó en poco más de dos horas, debido a la buena concurrencia que tuvo la instancia, no solo de docentes, estudiantes y funcionarios de la Fing sino también de vecinos de la zona, los que continúan participando actualmente.
Passeggi explicó que entre las huertas comunitarias se da una dinámica de compartir semillas por lo que al comienzo recibieron una donación de este insumo y la idea es que cuando la Huerta comunitaria de la Fing comience a producir, pueda compartir también sus semillas, con otros espacios. En cuanto al volumen de compost que se producirá, tienen previsto que en las primeras etapas se utilice para los nuevos bancales que van a seguir agregando. En la actualidad tienen seis bancales ya plantados, están en proceso de construcción de dos más y la idea es que para fin del 2022 lleguen a tener 12. «Esto va a consumir todo el compost que tenemos», acotó. «Después, el grupo decidirá si sigue haciendo más bancales y consumiendo el propio compost o si este se empieza a distribuir entre las personas interesadas», añadió.
Resaltó que dentro de la propuesta del proyecto de Extensión el equipo propuso la realización de actividades por créditos para estudiantes de distintas carreras, avaladas por las comisiones de carreras respectivas. En este momento están trabajando en la Huerta en esta modalidad estudiantes de Ingeniería Eléctrica, en el armado de equipos de medición de la temperatura y la humedad del compostaje, estudiantes de Ingeniería Química diseñando el sistema de riego automático para los bancales, que instalarán próximamente, estudiantes de Agrimensura que están trabajando en la evaluación de la insolación a lo largo del año en el área de la huerta, y estudiantes de Computación, desarrollando un software para optimizar el corte de las tablas para el armado de bancales y unidades de compostaje. «Habrá otros proyectos, otras propuestas para estudiantes a medida que vaya avanzando el tiempo», afirmó.
Relató también que ya iniciaron un vínculo con los centros educativos de la zona, vienen trabajando hace dos meses con el jardín de infantes Nº 216. Resaltó que ya tuvieron cinco instancias con este centro educativo, entre ellas talleres sobre compost, siembra de almácigos, trasplante, residuos orgánicos y ellos vienen armando su propia huerta en el Jardín de infantes. «En la medida que otros centros educativos se vayan acercando también habrá espacio para ellos», afirmó.
Con las manos en la tierra
En la visita a la Huerta, el Portal de la Udelar dialogó también con varias de las personas que se encontraban allí participando de las tareas, una de ellas, la docente de la Fing Joselaine Cáceres, quien forma parte de la iniciativa desde el comienzo ya que es integrante del proyecto de Fing Circular. Resaltó que en la propuesta también participan estudiantes, funcionarios y docentes de la Facultad que no están vinculados al proyecto.
Josefina Delgado, estudiante de la Fing y docente de Bio ProA relató que la propuesta de Huerta surgió vinculada a la producción de compost, que se había iniciado antes. La primera iniciativa que se llevó adelante fue la construcción de las unidades de compostaje, cinco compartimentos de madera que cuentan con una tapa, dispuestos uno a continuación de otro en sentido horizontal, conformando un prisma. En las unidades de compostaje se procesan los residuos orgánicos para producir el compost, que luego será usado como sustrato en los bancales o canteros de la huerta. Señaló que para la recolección de residuos orgánicos en principio se eligieron cinco institutos de la Facultad, que comenzaron a clasificar y separar residuos orgánicos y luego se expandió la propuesta de clasificación a los demás institutos y áreas administrativas de la Fing.
Delgado explicó que el proceso de producción del compost que comenzó en junio, se inicia cuando se depositan los desechos orgánicos en uno de los contenedores y se mezclan con el chipeado, que funciona como material estructurante. El chipeado está compuesto por pequeñas astillas de material vegetal, producto de las podas. El material se dispone en capas en las unidades de compostaje en una proporción de dos volúmenes de residuos y un volumen de chipeado y luego se mezcla con una herramienta manual de forma helicoidal llamada tornillo.
En el proceso de producción del compost se mide la humedad y temperatura de esta mezcla. La humedad se mide con un procedimiento que se llama «técnica del puño». «Si apretás el material y sale agua, es que la mezcla tiene exceso de humedad, le sobra agua. En cambio si luego de apretar el material, abres la mano y se desarma, le falta agua», explicó Delgado. Cuando sucede esto, el material se riega para aportar la humedad faltante. Luego de unas semanas se realiza lo que llaman el trasiego que consiste en pasar el material de una unidad de compostaje a otra. Passeggi acotó que el proceso completo para la producción del compost lleva tres meses, por lo tanto faltan unas semanas para obtener el primer volumen de este material.
Manuel Prestes, funcionario de la Fing que trabaja en el taller del Instituto de Química, también participa en el proyecto de huerta. Recordó que llegó a la Huerta porque Passeggi, que también trabaja en el Instituto, comentó en el servicio acerca de la propuesta. Prestes explicó que el taller en el que trabaja se dedica al apoyo a la investigación y a la docencia, realiza tareas de mantenimiento, reparación y construcción de equipos. En este sentido destacó que colaboraron en todo lo que fue la construcción de las unidades de compostaje y de instrumentos, uno de ellos que mide el oxígeno del compost. Acotó que el taller continuará apoyando a la Huerta en todo lo que tenga que ver con esta línea de trabajo.
Rodolfo, estudiante y funcionario de la Fing, relató que se vinculó a la Huerta desde la primera jornada cuando se armaron los canteros y es su primera experiencia en este tipo de actividades. Se enteró a través de unos afiches, que los organizadores de la propuesta, habían colocado en el edificio de la Facultad, le pareció interesante la iniciativa, se sumó y continúa participando de las actividades hasta hoy. «Estaba bueno cambiar un poco y hacer algo que no implica estar detrás de la pantalla de la computadora», expresó.
Liliana Borzacconi es docente del Instituto de Ingeniería Química de la Facultad, está vinculada a temas ambientales dentro de la Fing y le gustan las tareas de la huerta por lo que se sumó a la propuesta desde el principio.
Matías Gu es estudiante de Ingeniería Industrial Mecánica en la Fing y milita en el centro de estudiantes de la Facultad. Se sumó a la propuesta de la Huerta en la primera actividad cuando se armaron los bancales. Señaló que tiene una pequeña huerta de alimentos en su casa por lo que ya tenía alguna noción previa acerca del tema. Gu explicó que dentro del microtúnel hay algunos vegetales que también están plantados en los bancales al aire libre, como las lechugas, en cambio otros sólo están en este pequeño invernadero, como las escarolas. Añadió que prevén que utilizarán varios de los plantines que se encuentran en el microtúnel para realizar esta plantación en los bancales, cuidando mantener la diversidad de especies a la que apuntan, totalmente contraria al monocultivo.
Daniel Cardozo, estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Fing, recordó que cuando al inicio del año 2022 los docentes presentaron el proyecto de huerta, se contactaron con el centro de estudiantes de la Facultad y los invitaron a participar. Alrededor de abril se sumó al equipo y desde ese momento hasta ahora está integrando las comisiones de trabajo y las actividades de la Huerta. Añadió que aunque nunca había formado parte antes de una huerta comunitaria, tenía alguna experiencia en tareas de este tipo, adquirida a través de actividades en su casa y en predios de algunos familiares. Valora la participación en la huerta comunitaria hasta ahora como muy positiva, «es una experiencia de mucho aprendizaje y estoy muy contento por eso». Resaltó lo valioso y la alegría que le genera, la participación en el proyecto, de personas de distintos ámbitos, no solo de la Fing sino también del barrio, porque «es un factor integrador para la comunidad». Destacó también lo positivo de las Huerta al hacer uso y aprovechar un espacio de la Facultad que no estaba siendo utilizado. Indicó que están planificando ya la siembra de primavera verano y en breve van a realizar un taller previo, para comenzar a realizarla.
Fuente Portal de la Udelar, disponible Aquí